Quizás ya lo sepáis, pero existe una leyenda japonesa, en la cual las relaciones humanas están predestinadas por un hilo rojo que los dioses atan a los dedos meñiques de aquellos que se encontrarán en esta vida; y, por ello, las dos personas conectadas por este hilo tendrán una historia importante (o no), sin importar el lugar, el tiempo o las circunstancias. Y lo llamativo que nos cuenta la leyenda, es que el hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, pero nunca se puede romper.
Al parecer, esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria cubital conecta el corazón con el dedo meñique (ocurre en muchas culturas se efectúan promesas al entrelazar este dedo con el de otra persona). Dentro del mundo occidental se suele interpretar que la delgada vena, que va del corazón a la mano, siempre va a terminar en el corazón de alguna otra persona. Sin embargo, la leyenda japonesa no se limita a la pareja, ni a una sola persona con la que estamos destinados a encontrar, sino que se dirige hacia todos aquellos con los que haremos historia y todos aquellos a los que ayudaremos de una manera u otra; es decir, el mito del hilo rojo es forma de entender nuestro viaje de encuentros y desencuentros con todas aquellas relaciones de pareja, encuentros casuales o temporales y otras pequeñas historias, que no son victorias ni fracasos, sino una parte de un tapiz que nosotros vamos tejiendo con unos hilos que nos fueron entregados al nacer.
Por eso, y en la mayoría de las ocasiones, el acudir a un taller de Constelaciones Familiares, va a ayudarnos con el cometido de centrarnos más y mejor en el cumplir y vivir las experiencias positivas para con nuestra presencia aquí en La Tierra. Cuanto menos nos enredemos con experiencias innecesarias, que lo único que persiguen es alimentarse de nuestra energía y/o LUZ, más rápido y mejor nos centraremos en aquellas experiencias que, de verdad, hemos venido a llevar a cabo con seres y situaciones de este plano; no con aquello que ni existe en esta realidad ni está con/en la LUZ.