Conforme se acerca la fecha en que marca el inicio del verano, el 23 de junio, aunque muchos ya comienzan a aprovecharlo desde los primeros días del mes, el cuerpo ya lo va notando en sus ritmos ¿cierto? Días cada vez más largos, nos quitamos cada vez más ropa para salir a la calle y, sobre todo, para estar en casa, y el calor ya se empieza a notar… Síntomas, sin duda, que queda poco tiempo para acercarse a disfrutar de la costa y el mar (bueno quien pueda). Y es que, a pesar de las aglomeraciones, el inconsciente nos dice que pasar unos días cerca del mar nos va a beneficiar. Y no es sólo una imaginación nuestra, sino que ya existen estudios científicos que asocian la arena, la brisa y el agua del mar para con nuestro cuerpo y nuestra mente.
Uno de los principales beneficios lo obtenemos, porque nos disponemos a tomar mucho más tiempo el Sol (sin olvidarnos de no abusar del mismo), ya que ello produce un aumento de las endorfinas con las que aumentamos nuestra sensación de bienestar. Luego está el tema de la brisa que ayuda a soportar las altas temperaturas veraniegas, según la cual distintas investigaciones apuntan a que disfrutar de la brisa de los mares y los océanos nos ayuda a respirar mejor y a relajar la mente; por ejemplo un estudio del The New England Journal of Medicine, en el que se analizaba la capacidad pulmonar de personas con enfermedades respiratorias, determinó que aquellos que respiran la brisa marina tienen mejor la mucosa, la capacidad y la función de los pulmones y, de paso, tosen menos. También, y mediante otro estudio, tenemos el tema de los iones negativos, de los que van cargados los aires marinos, los cuales son partículas que mejoran nuestra capacidad para absorber oxígeno y que tienen la capacidad de aumentar los niveles de serotonina, por lo que nos ayudan a reducir el estrés y la ansiedad (según investigaciones de Michael Terman, profesor de psicología clínica de la Universidad de Columbia).
Y la inevitable arena que, salvo cuando sopla viento fuerte, es un exfoliante natural que ayuda a eliminar las células muertas de la piel y es una de las mejores superficies para caminar, ya que al hacerlo descalzos por la arena estimula las terminaciones nerviosas y fortalece los músculos de nuestros pies. Y, por fin, la causante de que todos se sientan mejor en sus orillas: el agua de mar. Infravalorada e infrautilizada, además de vilipendiada en cuanto se habla de su ingesta, que sirve para mejorar y acelerar las pieles dañadas por problemas como la dermatitis o psoriasis; con sus propiedades antisépticas, está comprobada su efectividad para ayudar en la curación de la piel. Si el agua de mar sirve y ayuda, externamente, a nuestro órgano más grande ¿por qué no la utilizamos también para hacerlo desde el interior?