No es la primera vez que se intenta producir plantas a través del riego con agua de mar, aunque regularmente se somete antes a un proceso de desalación. Sin embargo, en una zona costera del desierto de Atacama (Región de Antofagasta en Chile), un equipo de ingenieras chilenas han sido capaces de conseguir verduras (acelgas y tomates cherry) cultivadas con agua de mar natural, sin desalar. Además, y según la Universidad Católica del Norte de Chile, las verduras consiguen poseer más nutrientes que las cultivadas por métodos tradicionales.
La particularidad del proyecto (con un coste de 49.000 euros), consistió en que las plantas no recibieron el agua de mar por arriba, sino que les llegó desde abajo por una propiedad llamada capilaridad. Las hortalizas se ubicaron en tres niveles distintos: unas con 40 centímetros de tierra debajo, otras con 80 centímetros y las últimas con 110 centímetros; donde el agua de mar corría por debajo de ellas. Las mejores acelgas fueron las que estaban más cerca del agua, que llegaron a crecer hasta medio metro; por el contrario, los mejores tomates fueron los del nivel más alto, que dieron plantas de hasta 70 centímetros de altura. El proyecto se llevó a cabo con estas hortalizas, porque son las más tolerantes a la salinidad, pero pronto habrá pruebas también con albahaca y quinoa.
El agua de mar es rica en minerales, que la agricultura moderna agrega por medio de fertilizantes (nitrógeno, fósforo y potasio). «El ascenso capilar es una propiedad de los líquidos. El agua comienza a ascender y las sales quedan retenidas en el sustrato (la base sobre la que se ha plantado)», manifestó la directora del proyecto, Natalia Gutiérrez Roa, en un comunicado de la Universidad Católica del Norte.