Durante los últimos 30 años, y debido al aumento de los «impactos» de comunicación recibidos en el cerebro, se ha generado en la mayoría de los profesionales un estado interno de aceleración continua, en relación con sus pensamientos. Tener varios diálogos a la vez, o pensamientos recurrentes que no puedes parar ni cuando dejas de trabajar, es casi la normalidad para muchos ejecutivos y emprendedores; pero ¿cómo desarrollar las competencias esenciales para volver al camino de la paz interior y además seguir en plena acción?
La neurociencia nos explica que tenemos tres niveles del cerebro, y que los dos más básicos (el del reptil y el del mamífero) están muy conectados a las vísceras y al corazón. Cuando nos pasamos de vueltas, es porque esos dos niveles del cerebro están sobrepasados de información y ya no obedecen a los lóbulos frontales; desde donde teóricamente tenemos la capacidad de elección, y la voluntad de pensar y elegir nuestros comportamientos. Cuando no entendemos el cuerpo, las vísceras y el corazón, como un equipo pensante y sintiente que ha de trabajar en sincronismo con el cerebro, se saturan creando rutas neuronales y automatismos poco eficientes. La mayoría de estos circuitos neuronales inconscientes están basados en la defensión, en el exceso de control, en el miedo a no dar la talla, en no ser capaz de cumplir con la tarea, en no ser eficientes y poder perderlo todo.
Si la ciencia actual nos dice que el sistema digestivo tiene al menos 110 millones de neuronas, y el tejido cardiovascular es, al menos, un 60 % neuronal ¿cómo es qué pensamos qué las vísceras y lo órganos no piensan ni tienen emociones? Por ello, quizás, las tratamos como esclavos y no les hacemos ni caso, hasta que sus propios pensamientos acumulados toman el mando a través de los centros amigdalinos del cerebro y nos detienen no dejándonos pensar. Esas tensiones acumuladas se manifiestan primero a través del dolor, después pasan al cansancio extremo (generando un cuadro de estrés generalizado), y es en ese momento cuando decimos: no puedo más, estoy que exploto, si sigo me va a dar un ataque de ansiedad… Por supuesto, llegado ese punto, decidimos acudir al médico para decirle que no sabemos porqué nos duele el estómago o tenemos el colon irritado o nos sube la tensión sin más. Porque como el cuerpo no es parte del equipo y nosotros no sabemos por que se pone así, lo achacamos a la edad y lo tomamos como normal. Recuperar la claridad mental es fundamental para nuestro alto rendimiento como profesionales y como personas, para eso tendrás que lograr que todo tú cuerpo se ponga en estado de unidad y se coordine para quedar limpio de pensamientos y emociones parásitas. El objetivo es volver a disfrutar de la libertad de pensamiento, del silencio interior y la paz mental; que, por supuesto, es lo que te aporta un entrenamiento con el Coaching Floral.