Un gran león pretencioso, el rey de la selva, solía mirar por encima del hombro a los demás animales. Tan soberbio era que, según él mismo, se bastaba a si mismo para conseguir todo aquello que pudiera necesitar. Incluso llegó a asegurar que, aunque en un momento dado su vida dependiese de otro, jamás recurriría al auxilio de nadie.
Sin embargo, cierto día vino a suceder aquello que tanto había presagiado. Había caído en un hoyo profundo que estaba escondido bajo unas ramas y Seguir leyendo