El gordinflón barbudo vestido de rojo y blanco, que le trae regalos a los niños, es tan o más fantástico y apasionante que su propia leyenda. Y todo comenzó con San Nicolás, que vivió durante el siglo IV en Ptara (en el sudoeste de la actual Turquía), donde fué ordenado sacerdote de joven, para años más tarde fallecer como arzobispo de Myra. Fue conocido como el obispo de los niños, por su amor a los pequeños, y se hizo muy popular por su gran generosidad y amabilidad con los más necesitados y los niños, a quienes hizo beneficiarios de su fortuna personal. Su fama se extendió más allá de las fronteras de su región y comenzó a ser protagonista de gran cantidad de leyendas; como las salidas nocturnas para repartir regalos entre los necesitados, hasta milagros como calmar una terrible tempestad o resucitar a un marinero egipcio. Pero cuando su fama se extendió, fue cuando sus huesos fueron robados en Myra, por unos marineros que lo llevaron a la ciudad italiana de Bari. Apenas llegó allí, ya empezó a obrar milagros y su fama voló como el viento por toda Europa.
En la mitad del siglo XIII, la tradición venía haciendo que San Nicolás, repartiese los regalos y juguetes durante la noche del 5 al 6 de diciembre. Pero