Existió una vez un hombre en el Reino de Qi, que siempre tenía mucha sed de oro. Así que una mañana se vistió y se dirigió hacia la plaza. Una vez allí, apenas llegó al puesto del comerciante de oro, se apoderó de una pieza del ansiado metal y se escabulló.
Sin embargo, enseguida un oficial lo aprehendió; y Seguir leyendo