Si escuchamos y palpamos a nuestro alrededor, el de los «despiertos», parece ser que cada maestrillo tiene su librillo, sin embargo parecer ser que hay un denominador común (entre todos aquellos que están o dicen estar «despiertos») que lo que resume el despertar; y ese es el caminar, y evolucionar, hacia la libertad del sufrimiento personal, la claridad mental, la alegría sin límites, la paz interior y la capacidad de vivir una vida increíblemente satisfactoria. Pero, sin duda, hay algo que es común entre todos, sí o sí, ya sea que elijas intencionalmente hacer este viaje o que una experiencia inesperada te impulse hacia el camino del «despertar», una vez que comienzas ya no hay vuelta atrás…
Por ello, y teniendo en cuenta que la experiencia de cada persona;es diferente y única, decidí escribir acerca de los cinco estados o etapas (cada uno pone los que quiere) durante el despertar. Pero recuerda, siempre, que no existe una forma correcta o incorrecta de despertarse; a mí, como buen capricornio, me tocó ir entrando al camino tras una buena experiencia pero, a la vez, con cierta sutileza para que evitase la confrontación y, sin duda, hacer del camino a seguir algo interesante y motivador a través de mis múltiples inquietudes. Así:
– Primero: De repente, comienzas a percibir que puede haber «algo más» (en mi caso acerca del entorno y la alimentación), lo que te lleva a dudar de ciertos aspectos de tu vida y de los demás. También comienzan a presentarse nuevas situaciones y nuevas personas que hacen por y para que comiences el camino. Eso sí, seguimos dormidos, y sin ni siquiera saber que estamos dormidos; ya que seguimos siendo parte inconsciente del rebaño que nos lleva por la vida, a través de las reglas de la cultura y las leyes existentes en La Tierra.
– Segundo: Comenzamos a cuestionarnos nuestra vida, porque tenemos la sensación de que algo está mal o que algo falta. Cada vez más cuestionamos, o nos salimos, de la conciencia colectiva a través de nuestra individualidad. Cuestionamos la validez de las reglas, las creencias y las leyes. Lo que solía brindarnos consuelo, ya no es satisfactorio; y en los lugares a los que solíamos acudir, comienzan a proporcionarnos incomodidad o agobio. (He de reconocer que este punto, para mí, iba de la mano junto con el anterior; pero los separo porque la mayoría de con quienes he tratado siguen estos pasos).
– Tercero: Es un tiempo para comenzar a enfocarnos en nosotros mismos; si antes cuestionábamos lo exterior, ahora toca el interior. Repasas muchos aspectos y situaciones de tu línea de vida ¿por qué estás aquí? ¿por qué tus relaciones? ¿a qué has venido? ¿qué tienes que hacer? En definitiva, tomas clara conciencia de la diferencia entre tu tiempo de «dormido» y el de «despierto». Soledad, culpabilidad, resistencia… Te das cuenta de lo que has vivido y lo que te queda por vivir. Incluso intentas «despertar» a tu círculo de influencia dormido. Desasosiego en el presente, pero a la vez ganas de conocer y vivir el siguiente paso.
– Cuarto: Comienzas a obtener más fe y confianza en ti mismo. Llega la hora de perdonar personas, situaciones, hechos… Incluso contigo mismo. Comienzas a admirar la soledad, ya no luchas ni intentas encajar en ser alguien normal. Miras hacia atrás con gratitud y asimilas la experiencia; agradeces el aprendizaje. Mejoran, en general, tus relaciones; cada vez reconoces, más y mejor, a nuevas personas y nuevas experiencias. Agradeces con mucha más facilidad las pequeñas situaciones y acontecimientos de la vida. Aprendes que el secreto de la felicidad es vivir el momento y ahora es más fácil estar presente en todo momento.
– Quinto: Llega el tiempo en que no haces nada por obligación o necesidad, sino que te guían a través de la inspiración y el puro deseo. Comienza la hora de desarrollar el presente como un creador consciente; no sin dificultades, ya que estamos en La Tierra. Pero, en nuestro día a día, el trabajo y el juego tienden a fusionarse en uno, y empiezas a experimentar paz y satisfacción en igual medida. Quizás te lleve tiempo encontrar el propósito (como es mi caso), pero, de todas formas, sabes que cuando decidas, lo uno o lo otro, y sin apego, llegará la satisfacción y el premio final.
Y recuerda aquella frase de Robin S. Sharma, en el libro «El monje que vendió su Ferrari»: el maestro aparece cuando el alumno está preparado. Es decir, ni tienen que ser cinco pasos o etapas, nin ninguna tiene una duración determinada, ni nadie está equivocado ni, por supuesto, nadie está acertado. Comienza y disfruta de tu viaje en esta dimensión. Mucha LUZ para todos.