Ahora que por mi tierra, Asturies, anda la gente preocupada porque van a cerrar una central térmica de generación eléctrica (súper contaminante y muy antigua), en Lada (Llangréu), van estos islandeses e inauguran la primera planta del mundo, que genera energía y, además, captura CO2 y lo convierte en un mineral sólido. La atención generada por esta tecnología, en la planta geotérmica de Hellisheidi (Islandia), que acaba de iniciar su fase de pruebas, es que a día de hoy ya está fijando como minerales el 60 % de los gases que se generan en la producción de electricidad y agua caliente.
Un objetivo inmediato, además de lograr que llegue a funcionar sin emisiones a la atmósfera, es probar que esta iniciativa para la captura directa de dióxido de carbono y su almacenamiento geológico es una alternativa segura y viable económicamente. Esto se logra gracias a que, en primer lugar, y gracias a un módulo DAC (Direct Air Capture), la tecnología captura el dióxido de carbono y el sulfuro de hidrógeno del propio ambiente, los cuales son diluidos en agua y enviados a 700 metros bajo tierra; entonces, y gracias a la reacción que producen las rocas basálticas del lugar, se forma un mineral sólido que permite el almacenamiento permanente de estos gases.
Aunque actualmente, extraer una tonelada de CO2 cuesta alrededor de 600 dólares y, por el momento, la potencia de esta planta es limitada, las empresas implicadas en este proyecto son optimistas. «El potencial de escalar nuestra tecnología en combinación con el almacenamiento de CO2 es enorme; no solo en Islandia, sino en multitud de lugares con formaciones rocosas semejantes», manifestó Christoph Gebald, fundador y máximo responsable de Climeworks, empresa que apuesta por seguir trabajando con un objetivo claro que es facilitar la captura del 1 % de las emisiones globales en 2025.