Un abuelo a su nieto: «Cuando crezcas, me gustaría que fueses como este lápiz.«
Y ante la cara atónita del niño, sonrió y continuó: «Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo. La primera es que puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una mano que guía tus pasos.
La segunda, que de vez en cuando, hay que dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hará que el lápiz sufra un poco, pero al final estará más afilado. En definitiva, que deberás ser capaz de soportar algunos dolores porque te harán mejor persona.
La tercera es que el lápiz siempre permite utilizar una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hayas hecho no es necesariamente malo, sino importante para mantenerte en el camino de la justicia.
La cuarta, que lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma externa, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz es que siempre deja una marca. De la misma manera, tú has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, por lo que debes de ser consciente de cada acción.«