El panadero de un pequeño pueblo compraba su mantequilla a un granjero de la localidad. Un día, al volver a casa, el panadero pesa la mantequilla que acababa de comprar y se da cuenta de que el granjero había reducido la cantidad de mantequilla, pero exigiendo el mismo precio. Acusa entonces al granjero de fraude, le pone una demanda y ambos se ven las caras ante el juez.
Éste pregunta al granjero:
– ¿Dispone usted de una balanza para pesar su mantequilla?
– No, señor…
– ¿Y entonces cómo hace para pesar la mantequilla que vende?
El granjero responde:
– Pues bien, como el panadero empezó a comprarme la mantequilla a mí, pensé que sería justo que yo le comprase el pan a él. Desde ese día, utilizo su pan de medio kilo para pesar la mantequilla que vendo…
Michel Poulaert