Existió una vez un hombre en el Reino de Qi, que siempre tenía mucha sed de oro. Así que una mañana se vistió y se dirigió hacia la plaza. Una vez allí, apenas llegó al puesto del comerciante de oro, se apoderó de una pieza del ansiado metal y se escabulló.
Sin embargo, enseguida un oficial lo aprehendió; y este le preguntó:
– «¿Por qué robó el oro en presencia de tanta gente?»
– «Cuando lo tomé no vi a nadie. No veía más que el oro»; respondió el ladrón.
Lie Zi (obra clásica china).
Resumen: Tal y como dice el refrán popular, la codicia ciega.