Una lechera caminaba con un cántaro lleno de leche, recién ordeñada, sobre la cabeza mientras soñaba despierta:
«Esta leche dará mucha nata, la cual batiré hasta convertirla en una mantequilla que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero me compraré un canasto de huevos y pronto tendré pollitos. Cuando crezcan los venderé a buen precio y, con el dinero, me compraré un vestido nuevo. Me lo pondré el día de la fiesta mayor y el hijo del molinero querrá bailar conmigo. Pero ¿no voy a decirle que sí a la primera? Esperaré a que me lo pida varias veces; al principio, le diré que no con la cabeza…»
Sin darse cuenta, la lechera comenzó a menear la cabeza, negando, y el cántaro cayó al suelo, derramándose todo el contenido y dejando a la lechera sin nada.
Félix María de Samaniego