Bueno, y por si no lo sabéis aún, hace pocos días hice/cumplí medio siglo (50 años) de experiencia. Y digo de experiencia, porque sin un curriculum académico excepcional, y casi toda mi vida de un lado a otro en lo profesional, hay mucho de todo. Más experiencia que tontería (aunque, no lo niego, también la ha habido), por ello también puedo hablar de lo último. Podría resumir mi vida, de momento, como algo extremo. Sirva como ejemplo el extremo de andar subiendo bombonas de butano a «quintos» sin ascensor, al extremo de impartir una clase (online) en una universidad colombiana. ¡¡Experiencia!!
La verdad es que tampoco, y durante estos días, he tenido conversaciones «profundas» sobre eso de comenzar a medir las cosas por siglos (bueno, medios de momento). Y quizás sea porque lo percibo como un buen punto de apoyo para apalancarse (de palanca; en referencia a aquella famosa frase de Arquímedes de Siracusa: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»). Y eso es lo que hay que hacer, por el momento: pisar sobre unas convicciones firmes, aunque sean alocadas o fuera de contexto. Viendo como va el mundo en general, y observando como se encuentra la mayoría de las personas del planeta, creo que debo hacer, y lo hago a menudo, el agradecer mi vida. Para los quejicas o pesimistas, recordad que siempre hay o habrá alguien peor que vosotros… ¡¡no lo dudéis!! Y más cuando no pensamos en el resto, como una parte nuestra.
Por ello, y cuando recibo una carta, unos días antes del cumplimiento, acerca de que me consideran un objeto; o peor aún, un ente en forma de cuerpo físico que camina por mi/nuestro «parayisu»… es cuando decidí escribir este post. Y fui queriendo olvidarme de ello porque, la verdad, me encendió de una forma agresiva. Y no es otra cosa que una carta que me dirige la Consejería de Sanidad del Gobierno del Principado de Asturies, quien al parecer se ocupa de mi salud. Un ente que fagocita impuestos, ilusiones y sueños con el dinero de todos; que cierra plantas en hospitales; que no contrata a trabajadores necesarios para mantener sus propias infraestructuras; que derrocha un dineral en un faraónico hospital; que, como la mayoría, sólo venden enfermedad en vez de salud… Y, seguro que muchos vais a pensar o comentar de que me quejo, si hay lugares peores. Pues eso, que no a todo el mundo le gusta el queso. También puedo comentaros que llevo casi cinco años sin pisar un ambulatorio u hospital, ni en el «parayisu» ni fuera de él, pero este ente no se ha dignado a preguntarme, ya que al parecer me acerco en una edad de riesgo, el porque no me acerco a sus instalaciones. O ya puestos, y según el teorema de los pesimistas, lo mismo pudiera estar muerto que ya tengo una edad…
Que no hay dinero para atender a las personas, eso es lo que dicen cuando preguntas que hacen con los impuestos. Pero claro, sí lo hay para enviar cartas y meter el miedo a la gente en el cuerpo, para que así se acerquen a los hospitales a engrandecer las listas de espera, para así volver a decir que se necesita dinero porque hay mucha gente esperando. Programas de enfermedad (tonterías para mí), frente a la ausencia de verdaderos programas de salud (experiencia). Además con esta invitación/insinuación que me hacen, lo único y verdadero es que quieren seguir dando por el culo (es lo que proponen, introducir un tubo flexible por el ano), como están a costumbrados a que les dejemos hacer.
Pero tranquilos, que tengo excelente ánimo y, pese a los pesimistas, seguiré disfrutando y acumulando experiencia frente a tonterías. Y ya quedan menos cosas por hacer: dar la vuelta al mundo, subir en globo… Lo del libro, algo he hecho 😉