Domingo, y llueve, y hace ya un poco más de frío en este octubre convulso. Recién vengo de poner más interés en un hecho histórico para el mundo (aunque a muchos sectores les «interesa» discriminar más resaltar): la revolución del 34 en Asturies. Pero no voy a escribir sobre ello, sino sobre algo que, cada vez más, sucede en nuestro día a día: las opiniones interesadas.
Todo viene a colación de un artículo sobre Catalunya que comparte una amiga virtual (aunque ya hablé con ella por teléfono) de una red social, con la cual no comparto casi ninguna idea política, aunque, sí creo, varias por la vida. El artículo en cuestión, del periódico La Vanguardia, antes de leerlo ya sé lo que me va a querer contar, tanto mi amiga como el que lo firma. Y es que en esta sociedad tan ansiosa de reconocimiento, por parte de los demás (casi nadie hace caso al fantástico lema del anuncio de Viceroy: No es lo que valgo es lo que soy), solemos ir en busca de lo que nos confirme «el rebaño» para con nuestro modo de pensar, en vez de acudir a leer aquello distinto y que, por muchas razones, nos pueda sacar de nuestra zona de confort.
El caso es que el artículo que firma el director de una organización de los USA en España, el cual es muy patriota español pero que, seguramente, no dimitirá de su cargo tras los nuevos aranceles que impondrán los norteamericanos a los productos españoles. Por lo que deduzco que, ya de mano, hay un interés, el de casi siempre: primero lo mío antes que los de los demás y, sobre todo, por encima de mi patria. El segundo es que me llama la atención el tema de las cifras; y es que cualquiera que practique con las matemáticas, es algo sobre lo que las opiniones poco pueden hacer ante el resultado de las operaciones ¿cierto? Dice el patriota español, que no pueden cambiar dos millones de personas las decisiones de 47 millones… Vamos a ver hombre, que de los 47 millones tampoco votan todos, sino como unos 11 millones menos de personas. Por ello, los porcentajes de los votos no son sobre los 47, sino sobre los 36 ¿de acuerdo? Y aquí, por lo tanto, observamos otro interés ¿cierto?
Lo que cada vez está más claro, para quien lo quiera ver, es que el interés sigue siendo el motivo por el que se mueve el mundo (aunque yo preferiría que fuese el amor). Que para intentar comprender , u opinar, del otro hay que, de vez en cuando, ponerse en sus pies. Suerte con lo que queda de octubre y que nadie te confunda.