En estos días en los que, debido a desgracias cercanas como la casi quema del parque de Doñana o el gran incendio acontecido en Portugal, ponemos el grito en el cielo porque da la sensación que vamos a terminar con nuestro planeta, y por ello con nosotros mismos, cada vez tengo más claro que necesitamos de educación para actuar en consonancia con la ecología. Y es que de demostrar que somos la especie más inteligente que pisa La Tierra, a ser la única que puede encargarse de su propia desaparición así como la del resto de seres vivos, hay muy poca distancia. Cada vez hay más y más señales que nos avisan de las funestas consecuencias si continuamos apostando por nuestro egoísmo e irresponsabilidad.
Por eso, tenemos que pensar que no es lo mismo tener consciencia ecológica, que crear y aumentar la conciencia ecológica. Podemos tenerla muchos de nosotros, pero mientras no vayamos «tocando» a los de nuestro alrededor, que necesitamos de todos para mantener y cuidar a nuestro planeta, no habremos avanzado mucho ¿cierto? Sirva como recordatorio aquella encuesta realizada allá por el año 2002 en ciudades de Brasil, Guatemala, México, Perú y Colombia; determinó que el 76 % de las personas encuestadas, creían que la basura “desaparece” en el momento que dejan de verla. Mientras que, en el Reino Unido, Canadá, Australia, Panamá y Holanda, el porcentaje de personas que cree que la basura desaparece cuando ya no la pueden ver, se reduce a tan sólo el 4 % de su población. No podemos permitir aquello de que «si no lo veo, no existe»; en todo el mundo hay muchos resultados, similares y alarmantes, sobre las percepciones de la gente relacionadas al uso excesivo del vehículo, al hecho de separar la basura, a tala de árboles o el calentamiento global.
Tenemos que continuar creando esa conciencia ecológica. La Tierra es nuestro hogar, y si no lo cuidamos y rehabilitamos, muy pronto no será respirable el aire, o no habrá agua y muchas animales y plantas morirán por haber destruido sus hábitats. Quizás cuando pensamos sobre ello, en general, pensamos en acudir y aleccionar a los niños; sin embargo, no debemos olvidar de concienciar a los adultos, sobre todo a esos que siguen pensando que el planeta es eterno y que nada de lo que hagamos puede destruirlo.