Es una sustancia muy similar a las vitaminas que suele encontrarse en las células eucariotas (células que tienen un núcleo) del cuerpo humano, y que participa en la respiración celular aeróbica, proceso mediante el cual se genera energía; siendo el 95 % de la energía generada del cuerpo humano de esta manera. Es decir, la coenzima Q10 se produce de forma natural dentro del cuerpo.
Por ello, es muy importante el mantenimiento de los niveles adecuados de la coenzima Q10 dentro de nuestro organismo. Aunque puede medirse en el plasma, estas mediciones sólo reflejan la ingesta alimentaria en lugar del estado de la misma en el tejido, por lo cual, hoy en día, ya se miden los niveles de la coenzima Q10 en fibroblastos cultivados de piel, en biopsias musculares y en células mononucleares de sangre. Su deficiencia en el cuerpo, viene dada por dos factores principalmente: una biosíntesis reducida y el aumento de su utilización por parte del cuerpo. Aunque actualmente no existen conclusiones clínicas o científicas, se ha observado condiciones en las que la disminución de la coenzima Q10 está constatada, como con algunas enfermedades crónicas como el cáncer o enfermedades del corazón.
La coenzima Q10 se comercializa como un suplemento alimenticio y, de momento, y por ejemplo, la FDA no la tiene aprobada para el tratamiento de ninguna enfermedad. Tampoco existe un criterio único para su fabricación u obtención, por lo que en diferentes lotes y marcas podrían variar significativamente su contenido. Sirva como ejemplo, un análisis de laboratorio del año 2004 efectuado por ConsumerLab.com, en el que se encontró que no todos los suplementos de la coenzima Q10 del mercado contenían la cantidad identificada en la etiqueta del producto; dichas cantidades variaban desde «coenzima Q10 no detectable» hasta un exceso del 75 %. La toxicidad no se observa generalmente con altas dosis de coenzima Q10, ya que una dosis diaria de hasta 3600 mg se tolera, tanto por personas sanas como también enfermas, según estudio publicado en el año 2010. Según el método de evaluación del riesgo «nivel seguro observado» (NSO), la evidencia de seguridad es fuerte en la ingesta de hasta 1.200 mg/día; la coenzima Q10 es generalmente bien tolerada, siendo sus efectos secundarios más comunes las náuseas, vómitos, supresión del apetito y/o dolor de estómago, así como erupción cutánea y dolor de cabeza. Quizás, dichos problemas sean más frecuentes «Cuando un paciente puede pasar de dosis del 0 al 175 % de la dosis, con sólo cambiar de marca.», según la manifestación de Tod Cooperman, el presidente de ConsumerLab.