Gesticulando.
Hubo una época en la que los gestos me eran indiferentes. Supongo que era debido, a que no estaba centrado. Es decir, que no me encontraba en sintonía conmigo mismo. Porque repasando mentalmente, durante la época de la niñez si eran importantes: los de tus amigos, los de los maestros, los de tus padres, el resto de las personas… Una simple mirada y ya te dabas cuenta de que trataba la siguiente historia.
Y ahora, desde hace unos años acá, y gracias a cursos y cursos (como por ejemplo el que año tras año imparte Esencia Mágica), los gestos me llaman, y cada vez más, la atención dentro de la comunicación. Quizás me detenga menos en los míos que en los de otras personas, pero me dicen y/o comunican mucho acerca de lo que está sucediendo. Las personas, por lo general, somos cotillas ¿cierto? Vale, unas más que otras. Pero todos ponemos alerta nuestros oídos y nuestra vista a la mínima que se nos permita, y tengamos un poco de tiempo en nuestros quehaceres diarios. Solemos poner más atención en oir que en observar las posturas de dos personas que conversan o discuten. Aunque, si vamos, y dedicamos más tiempo a observar que a poner la oreja, seguramente obtendremos más y mejor información. Está claro que tendrás que aprender lo básico sobre comunicación gestual, pero después te ayudará, y mucho, en obtener más información y sacar conclusiones más acertadas. Por ejemplo, voy a describir unos gestos o posturas corporales (comunicación no verbal), desde las que podrás ir sacando tus propias deducciones y, además, de corroborarlas con las personas de tu entorno. Así:
– el principal o más comúnmente analizado cruzado de brazos, del que en mis comienzos siempre consideraba que la persona que lo llevaba a cabo estaba diciendo NO. Es decir, que se manifestaba abiertamente en contra de la o las personas que tenía delante ¿verdad? Pues también, cabe la posibilidad que dichas personas, estén reflexionando sobre lo que decimos; o que, simplemente, estén dándose ellos mismos una abrazo. O sea, que a partir de ahora, no prejuzgues porque una persona se cruce de brazos. Investiga y aprenderás más acerca de sus posiciones o planteamientos.
– cuando escondemos o tapamos nuestros labios, estamos dando a entender que, quizás, tengamos algo que ocultar. Por lo que si, durante una conversación, necesitamos crear o mantener un clima de confianza, será más bien lo contrario lo que conseguiremos. Además, de fomentar y aumentar el nivel de nerviosismo.
– lo mismo ocurre cuando bajamos nuestra mirada, o tenemos dificultad en mirar a los ojos de nuestro interlocutor. No se trata, tampoco, de fijar nuestros ojos en los de quien habla y mantenerlos ahí… Demasiado tiempo, y con mucha intensidad, puede inducir a que somos controladores y dominantes; y no hacerlo a que no mostramos el interés necesario. Debe de ser un equilibrio. Cabe recordar, que en algunas culturas orientales, no está bien visto mantener la mirada con nuestros interlocutores. También, podemos aplicar un pequeño truco, si no nos gusta mirar a los ojos de nuestros interlocutores, dirigiendo nuestra mirada hacia el entrecejo del otro.
– en cuanto a nuestra nariz, debemos de tener en cuenta que, normalmente, cuando se produce una situación que nos disgusta o, principalmente, nos da asco, solemos llevar nuestras manos a ella. Aprendamos a controlar este gesto.
– en cambio, uno que nos afirmará y nos identificará con interés hacia la otra persona o lo que dice, es tocarnos la barbilla. Suele transmitir reflexión y atención a lo que nos cuenta, con quien mantenemos la conversación.
Existen innumerables gestos a observar en nuestros interlocutores y, lo mismo, de ellos hacia nosotros. No hay que obsesionarse con ellos, y tener claro que, como cualquier otro hábito, podemos ir modificando nuestra comunicación no verbal, para que redunde en una mejor y más efectiva interacción. También cabe recordar, que debemos de olvidarnos de prejuzgar a la primera que nos encontramos con alguien. Ya que cada uno tiene su día a día, y, cualquier persona, puede estar o acudir condicionada por múltiples causas o sucesos, y no transmitirnos quien realmente es. Una mejor, y no sencilla, opción es, cada vez que coincidamos u observemos a otra persona, intentar definirla y/o identificarla a través de cosas o detalles positivos ¿Te atreves?