Más o menos cada 100 años, desprende una gran tormenta solar cargada de partículas hacia La Tierra. Durante siglos nunca supuso un problema, pero en esta época en que la civilización parece que no puede vivir sin la tecnología, hace que algunos se preocupen por ello. ¿Por las personas? No, ¡¡qué va!! Por las pérdidas materiales ¿qué os creíais muy importantes?
Si fuésemos golpeados hoy por una tormenta solar igual de poderosa, como la que ocurrió allá por el año 1859, la cual llegó a afectar a las estaciones de telégrafos causando interrupciones generalizadas de comunicación, las pérdidas totales en el planeta se estiman podrían alcanzar los 10 billones de dólares. Aparte, de que los daños producidos en satélites y redes eléctricas, provocaría que la recuperación tardaría muchos años en llevarse a cabo. Pues dos personas, Manasvi Lingam y Avi Loeb, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, en Cambridge (Massachusetts-USA), proponen actuar y construir un escudo de protección en el espacio entre La Tierra y el Sol, ya que que los costos serían mucho más bajos que tener que lidiar con las secuelas de una tormenta solar de grandes características.
El citado escudo magnético, del tamaño de La Tierra, tendría que ser ubicado en el punto Lagrange L1 entre la Tierra y el Sol, a una distancia de 329.000 km de la superficie de nuestro planeta. El escudo, actuaría como un bucle de corriente y desviaría las partículas dañinas del Sol hacia el espacio. Sin embargo, el gran reto, sería llevaar una infraestructura al espacio con un peso de 100.000 toneladas. Pues bien, y como nosotros no somos astrofísicos, hace un tiempo nos hemos centrado en una tecnología portátil, que produce iones negativos para con nuestro cuerpo físico y, además, equilibra y homogeniza nuestro campo electromagnético: un medallón de iones negativos, que emite una energía saludable que proporciona un efecto vigorizante y protector sobre nuestro cuerpo.