Según un estudio, desarrollado por el Instituto Max Planck de Inmunobiología y de Epigenética de Friburgo (Alemania), se constata que nuestra herencia no sólo proviene a través de los genes y el ADN; sino que también las instrucciones epigenéticas heredadas, contribuyen también a regular la expresión de los genes en la descendencia. En el mismo, se cita la función primordial y esencial de la memoria epigenética de la madre, para el desarrollo y la supervivencia de la nueva generación.
Hasta hace poco se pensaba que la memoria epigenética acumulada durante nuestra vida se olvidaba, aunque a partir de los años 90 comenzó a asumirse que las informaciones epigenéticas podían transmitirse a la descendencia; aunque se consideraba un misterio el mecanismo por el el cual se llevaba a cabo. Por ejemplo, mediante estudios epidemiológicos, descubrieron una sorprendente relación entre la alimentación de los abuelos y el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares en los nietos. Las marcas epigenéticas pueden modificarse, a lo largo de la vida, como consecuencia de nuestro entorno o modo de vida; en el que influyen procesos y cambios debidos al estrés, la enfermedad o la alimentación, lo cuales se introducen en la memoria epigenética de las células.
Es por ello que este estudio puede tener importantes repercusiones sobre la salud humana, ya que se sabe que la perturbación de determinados mecanismos epigenéticos puede provocar enfermedades como el cáncer, la diabetes o alteraciones del sistema inmunológico. Debido a lo cual, los investigadores, piensan que heredamos de nuestros padres mucho más que los genes, ya que nos transmiten también un sistema de regulación de los genes que puede ser influido por nuestro entorno y modo de vida.