Todo comenzó allá por los primeros años del siglo XX, donde la familia Rockefeller, más concretamente John Davidson Rockefeller (1839-1937), controlaba casi la totalidad de las refinerías de la industria petrolera en los USA. Enonces los científicos que trabajan para él, comenzaron a obtener «productos petroquímicos», es decir, a crear todo tipo de productos químicos a partir del petróleo.
Entonces se dio cuenta de la gran oportunidad de, mediante la patente y venta de dichos productos, monopolizar las industrias del petróleo, de la química y de la medicina al mismo tiempo; es decir, crear una industria de la enfermedad desde cero… Sin embargo se tropezó con que, en esa época, la medicina natural y las hierbas empleadas por la misma, eran muy populares dentro de los USA; ya que más de la mitad de los médicos y colegios de medicina de dicho país practicaban la medicina holística.
Y ahí es cuando John Davidson Rockefeller se dirigió y contactó con su amigo Andrew Carnegie. Este último ideó un plan para que, desde la prestigiosa Fundación Carnegie, enviando a Abraham Flexner mediante un viaje por todo el país para que hiciese un informe para saber acerca del estado en que se encontraban los hospitales y los colegios médicos. Con ello obtuvieron el Informe Flexner, el cual dio origen a la medicina moderna tal como la conocemos hoy en día. Con la excusa de la necesidad de modernizar y centralizar las instituciones médicas, más de la mitad de todas las universidades de medicina fueron cerradas muy pronto. Así mismo la homeopatía y la medicina natural fueron objeto de burlas y fueron demonizadas; lo que llevó a que muchos médicos que trabajaban con métodos holísticos fuesen encarcelados. Por otro lado, y a casi a la vez, Rockefeller donó más de 100 millones de dólares de la época a colegios y hospitales y, también, fundó un grupo de líderes filántropos llamado «Junta General de Educación» (GEB). Con estos movimientos logró, en poco tiempo, que todas las facultades de medicina fuesen más modernas y homogéneas; es decir, desde aquella actuación todos los estudiantes estaban aprendiendo lo mismo. Además, aprovechó para que los científicos recibiesen enormes subvenciones con el fin de estudiar cómo las plantas curaban las enfermedades; pero el objetivo real era identificar primero qué sustancias químicas en la planta eran efectivas y luego recrear una sustancia química similar, pero no idéntica, en el laboratorio que pudiera ser patentada.
Por lo que actualmente, tras casi un siglo después, seguimos «produciendo» médicos que no saben nada sobre los beneficios de la nutrición o las hierbas o cualquier práctica holística; y, por lo tanto, tenemos toda una sociedad que está esclavizada a las corporaciones, las cuales no se enfoca nen la cura, sino en los síntomas, creando así clientes recurrentes. ¿Entiendes mejor el negocio de la enfermedad?