¿Quién no ha comprado algo en un bazar chino alguna vez? ¿Y eso es malo? El problema es que la mayoría nos hemos acostumbrado al bonito y barato en demasía (observar que hemos omitido lo de bueno), y claro quien quiere poner un negocio y ganar dinero con él, tiene que tenerlo en cuenta. Y es que, por probabilidades y por el mercado en sí mismo, es más fácil obtener beneficios más rápidamente a través de productos económicos que por productos caros; además, que parece que no interesa un aspecto crucial: la calidad de los productos.
Lo que sucede, es que tras los «todo a cien» de los inicios, los empresarios y emprendedores chinos, han visto y puesto los ojos en otros mercados más allá de sus típicos restaurantes y bazares. Y ahora se centran en otros sectores, donde para obtener beneficios, aparte de tener que competir con grandes cadenas de supermercados, hay que echarle horas y horas de trabajo; y eso, a los chinos no les importa, ya que en su cultura es normal estar hasta 16 horas al pie de sus negocios. Y estamos ante las compras para comer, que a día de hoy se compra todos los días que las tiendas están abiertas; y claro, esas tiendas se abastecen de productos… Lo que sucede es que quienes buscan sólo el precio, pues a importar desde donde salga más económico ¿verdad? Además, en los barcos no sólo transportan container de plásticos, también traen/llevan de productos perecederos de cualquier tipo y desde cualquier parte del mundo.
Pues resulta que el ajo, ese producto tan maravilloso y versátil, que hace de potente antibiótico natural, como lucha contra virus y bacterias, así como ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, o bien limpia las arterias y controla la presión sanguínea, o controla el colesterol, cada vez se consume más… Pero eso trae, por ejemplo, que un informe oficial del gobierno chino en 2014, reconoció que casi una quinta parte del suelo de China está contaminada por metales pesados (como el cadmio y arsénico), así como cantidades excesivas de pesticidas y fertilizantes. Además, los agricultores, para acelerar la cosecha del ajo y aumentar la producción, suelen utilizar forato y el paratión, dos pesticidas prohibidos por el gobierno, para ahorrar tiempo y esfuerzo en el riego de cultivos.
Tras lo cual, es aconsejable identificar el origen del ajo que compramos/consumimos, porque si lo hacemos con ajo originario de China (también para el que procede de otros lugares), aparte de que el suelo es tóxico en una gran parte, el control de calidad es un gran problema. Así que te ponemos algunas pistas que te pueden indicar que el ajo es chino: suele ser hermoso, grande y blanco; pero es pobre en sabor y prácticamente no pica; además es más ligero y tiene menos bombilla de que el ajo orgánico. Por ello, te recomendamos que compres/utilices preferiblemente ajos orgánicos; o bien te animes a probar/consumir la tintura de ajo negro ecológico, que con tan sólo 15 gotas cada día, ingieres el equivalente a una cabeza de ajo negro.