Manejando sensaciones.
Quiero hacer y… no encuentro muchas fuerzas. Quiero llevar a cabo y… parece que debo estar tranquilo. Y, explorando, me dejo ir, y la tranquilidad , y cierta inactividad, me deja más relajado.
Quizás sea este fin de mes, en el que sensaciones llegan a uno más intensas de lo esperado. Amiga que nos deja de repente. Y ahora, por parte de otra amiga (ésta mucho más especial), noticias que confirman hechos y sensaciones. Con ésta última, a principios de año, hablaba sobre la de cosas que se preveían iban a suceder a partir del mes de julio. Y, la verdad, creo que comienza a manifestarse y sin vuelta atrás. Llegamos, sin dudarlo, a un nuevo punto de partida, en el cual agradezco, y muy sinceramente, el de encontrarme entre la Naturaleza, en vez de en cualquier ciudad. Es así, mucho más sano y natural. Claro que, digo yo, que mucho tiene que ver en el estado que uno se encuentra ¿cierto?
Me llevan, mis recuerdos, a aquella época en la que, y antes de desayunar (cosa que no hacía), ya desplegaba mis armas para la lucha contra el mundo. ¡¡Sí!! Porque, parecía que si no iniciaba el día en plan «guerrero», no iba a gusto. Parecía que estaba más vivo, con más energía. Todo el día de un sitio para otro. Algunos dirán que el maravilloso virus de la juventud, pero, ahora, desde la distancia, no era tan sencillo y bonito. Demasiada energía. Demasiados asuntos (muchos turbios). Demasiados estimulantes. Y, por tanto, demasiado cansancio. Siempre digo, cuando dialogo con cualquier persona, sobre aquella época, que yo andaba buscando el «irme de aquí». Y la verdad, no penseis que no lo intenté. Vaya que si llevé a cabo planes. No eran directos, no iban por el camino corto ¡¡no!! Todo con insistencia, persistencia, a larga distancia; pero, también, con mucho cansancio. Pero no es ese agotamiento que produce una buena sesión de deporte, de varios kilómetros durante varios seguidos. Aquel agotamiento, llevaba a sentirme verdaderamente fatigado. No como con el deporte que, después de un rato, te sientes ligero y con ilusión calmada.
Y esto me lleva, en consecuencia, a pensar que ahora que uno se da cuenta, cada día, de más y más cosas, también agota si no dejas y, sobre todo, aceptas que las cosas fluyan. Tengo la sensación y seguridad, que tiempos mejores llegan. Para quienes, por supuesto, quieran aceptarlos y afrontarlos. Más bien que se acercan, porque se sienten. Pero, así mismo, que si no han llegado ya, quizás sea porque no hemos dejado el sitio necesario para ello. Quizás (pensamos y hablamos algunos) que, muchas veces, sería mejor estar «dormido». Como por aquella época cansina y recurrente. Aunque, sinceramente, prefiero ésta. Antes nos hacíamos daño a nosotros mismos, a nuestros cuerpos… Hoy, tenemos que presenciar y, lo más duro, aceptar que otros quieran seguir con la vieja dinámica. ¡¡Ojo!! Que nadie está libre de volver a recaer en viejas rutinas. Por eso, creo que lo más bonito va a llegar acompañado de algunas duras experiencias. Y, tendremos que estar preparados. Tendremos que estar calmados, y con disposición a ayudar. Pero no caer en ayuda porque sí, sino que, y siendo más sencillo y complicado a la vez, tendremos que medir hasta donde nos vamos a implicar y participar. Sobre todo, si continuamos aplicando viejos paradigmas, para con y en nuevos tiempos, con personas que, por su propia decisión (consciente o inconsciente) van a continuar diciendo, y haciendo, cosas para querer cambiar, pero, en definitiva, no van a llevar a cabo.
GRACIAS a todos los que, por el camino, me vais ayudando y aportando hechos y situaciones con las que continuar creciendo como ser humano. Es laborioso, pero recordad que antes (por lo menos para mí) agotaba mucho más. LUZ para todos. LUZ para siempre.