Antes que nada, avisar de que soy un exfumador convencido y que, por suerte, ya no me acuerdo del tiempo que dejé de envenenar mis pulmones y mi cuerpo con cigarrillos y demás añadidos en forma de humo. También, que considero que dejar de fumar es dejar de llevarte cigarros, puros, porros y cualquier otro artilugio que produzca humo y, en definitiva, que te recuerde que estás fumando. Pero me da por indagar sobre la reciente preocupación, a la vez con la inusitada vehemencia, acompañada de titulares y noticias por doquier, de que el cigarrillo electrónico es muy peligroso… Que vapear es perjudicial y te puede matar. ¿Ahora? ¿De repente? ¿Y hace un tiempo no?
Pero resulta que gracias a una ley de transparencia, se descubre que una ONG alemana recibió por parte de la multinacional farmacéutica Pfizer, la cantidad de 800.000 € para llevar a cabo en una campaña de acoso y derribo (astroturfing; lo que viene siendo difamar interesadamente con propósito en concreto, sin que parezca serlo) contra el cigarrillo electrónico y los que vapean. ¿Y por qué le interesa participar, y pagar, esta campaña a Pfizer? Pues porque la multinacional de la farmafia, tiene muchos intereses, es decir negocio, en la producción y venta de «nicotina terapéutica o médica», la cual utiliza en parches, chicles y comprimidos que se llevan a cabo en el tratamiento para dejar de fumar. Es decir, Pfizer no tiene ningún negocio en el sector de los cigarrillos electrónicos.
Entonces, y como no quiere la cosa, aparece la adalid de la salud de los españoles (todos, los que se sienten y los que no), es decir la ministra de la sanidad española, María Luisa Carcedo, afirmando en público que su ministerio ha decidido financiar, a través de receta, un tratamiento para dejar de fumar. En esta noticia, que por causalidad se ha hecho viral en los medios de información como en en los de desinformación, también anuncia el nombre del tratamiento, el cual es Champix. Por cierto, ¿sabéis de qué laboratorio es este producto farmacéutico? Pues claro está, es de Pfizer.
Pues Champix es el nombre comercial del producto que está hecho con la vareniclina, un medicamento que en los estudios llevados a cabo tras su comercialización ha dado noticias de síntomas neuropsiquiátricos graves como agitación, depresión, cambios de comportamiento, convulsiones, pensamientos suicidas, pérdida de contacto con la realidad (es decir, psicosis), etc… El precio de venta oscila entre los 115 € y los 182 € que, gracias a la ministra, pagaremos entre todos porque según ella «esta es la mejor alternativa que hay» . ¿Os he dicho quién es la empresa encargada de la fabricación y venta de este medicamento, el Champix? Pues está claro, es Pfizer. ¿Alguien quiere apostar hacia dónde se dirigirá el destino profesional de esta política tras finalizar su mandato?