Así es, y aunque parezca lo contrario, la primera impresión es la que cuenta. Sobre todo, para quien nos ve o nos encuentra. Además, en estos tiempos tan clasificadores y «marquistas», es mucho más fácil que nos encasillen en cualquier «papel», que al contrario. Es decir, que si vivimos en un mundo en el que las noticias negativas prevalecen sobre las positivas, debemos de hacer mucho más énfasis, en adoptar y participar desde un ámbito positivo.
Y cabe decir, que deberíamos de tenerlo siempre en cuenta. No porque no podamos, por ejemplo, revertir una primera mala impresión. Al contrario, al igual que la ropa puede ponerse del derecho y del revés, todo puede aclararse o modificarse, pero ¿tendremos otra oportunidad? ¿dispondremos del tiempo necesario para hacerlo ver? Por ello, los tiempos que vivimos, en los que, presicisamente, el tiempo es lo que parece que no abunda (aunque todos dispongamos del mismo), conviene tener en cuenta algunos factores que pueden ayudarnos, y mucho, tanto en las relaciones personales como profesionales.
Lo normal, suele ser que no obtengamos en un primer encuentro o visita, todo el tiempo que necesitaríamos o nos gustaría disponer para hablar, bien acerca de nosotros o bien acerca de nuestro proyecto o empresa ¿cierto? Por ello, y con esa previsión, deberíamos de tener preparado, según mi opinión, tres discursos para según que situaciones: de 30 segundos, de 3 minutos y otro no superior a los 15 minutos. Si reconocemos que, en la mayoría de los casos, el tiempo inicial es más bien escaso, quizás sea muy importante tener excelentemente preparado el primero, el de los 30 segundos.
Antes que nada, vamos a recordar que aquí, el mayor protagonismo va a ser para nuestro o nuestros interlocutores. Es decir, a quien o quienes vamos a comunicarles nuestra idea o proyecto. Aunque, recuerdo, valdría para entablar relaciones personales, vamos a centrarnos en el mundo profesional. Lo primero, y más importante, es asegurarnos de que desde la otra parte, en tan sólo 7 segundos, van a hacerse una idea, acertada o equivocada, de quien somos. Sí, sólo 7 segundos. Y si no te lo crees, revisa y recuerda cuantas veces has empleado ese tiempo, o menos aún, para ponderar o despreciar a otra persona. En ese tiempo, va a resultar de vital importancia nuestra apariencia (un 55 %), y lo que decimos y la forma en que lo hacemos (un 7 %). O sea, tomémoslo en serio por favor.
En cuanto al discurso de 30 segundos, que puede darse en cualquier lugar, de nuestro día a día, deberíamos de ir acompañados de cualquier elemento que, a la vez que el discurso o palabras que pronunciemos, le sirva a nuestro interlocutor para que en él, encuentre nuestros datos o modo de contacto. Es decir, debemos de ir siempre acompañados de, por lo menos, nuestra tarjeta comercial o de visita. Por supuesto, obvia decir, que la misma se encuentre en perfecto estado y, muy imprtante, con los datos totalmente actualizados. Y para no alargarnos mucho, a continuación os detallo, el cómo conseguir elaborar el discurso más breve y, a la vez, el más importante. Así:
– Comenzaremos, bien analógicamente o digitalmente, con la preparación de un guión que incluye ciertas cosas básicas… ¿quién soy? ¿qué hago? ¿en qué me diferencio? Vamos, casi como una obra de teatro, pero en modo resumido, pero que incluya el consabido planteamiento, nudo y desenlace.
– Éste guión, por supuesto, es para ir perfilando el discurso. Concretando y resumiendo. Eliminando lo superfluo.
– Recuerda, que el cronómetro es muy importante: nuestro objetivo es no exceder los 30 segundos, sin olvidarnos, jamás, de lo importante.
– El espejo, no es sólo para acicalarnos. Tendrás que comenzar a usarlo como apoyo, y como lugar preferencial, para ensayar y corregir la postura, sobre todo, y las palabras a emplear. No fuerces, eso se nota; hay que ser natural.
– También, hoy en día, puedes apoyarte de tu pc o tu móvil, para grabarte y observas lo que haces y cómo lo llevas a cabo.
– Es importante, que una vez lo hayas definido y pulido, lo tengas bien memorizado y practicado, para utilizarlo en cualquier momento. Puedes tener varios. Por ejemplo, si manejas dos o más negocios. O bien, uno personal y otro profesional.
-Una vez con ello aprendido e implementado en tu día a día, sólo queda elegir con nuestro interlocutor adecuado. Aquí juega un papel muy importante, tanto nuestra empatía como nuestro instinto.
– El saludo es crucial. En el mundo occidental prima el apretón de manos. Tiene que ser consistente; ni débil, ni excesivamente fuerte. Un apretón firme, aparte de darnos seguridad, también la transmite.
– Y, para finalizar, entrega tu tarjeta comercial, o intercambia la información de contacto. O mejor, si ha sido positivo, seguro se dan las dos cosas.
El mundo de la comunicación da para mucho. Y recuerda algo que suele decir mi padre: «Así te veo trapo, así te trato». Espero y deseo, éxitos en tus comunicaciones y proyectos.